Un curioso reportaje encontré hace unos días en Clarín de Argentina donde se entrevistaba a algunas integrantes de nuevas tribus urbanas que pueblan notoriamente los parques de la ciudad. Ya nos habíamos acostumbrado a encontrar emos, por ejemplo, y, en general a grupos que suelen vestirse de negro sobre todo, algunos con capas o bufandas, pero ahora emerge una nueva raza que destacará por su vestimenta de tonos pasteles, sombrillas y corsés. Se trata de las Lolitas (o Gothic Lolitas) que proclaman Debemos volver a ser femeninas.
Una tribu exclusiva para ellas. Su lema es la elegancia: vestirse como muñecas de porcelana del siglo XIX. "Ser lolita es ser sensible al arte, educada e inocente: un retorno a la mujer tierna, femenina y cuidada que va en contra de la mujer exhibicionista", explica "Sakura" (se llama así cuando es lolita y Marina Torres (23), de Villa Adelina, cuando cursa Bellas Artes). Ella y sus amigas se juntan frente al Palacio Pizzurno con enaguas y volados, paragüas, capelinas, prendedores, zapatos abotonados o con plantaformas. Todo confeccionado por ellas. Organizan picnics en el Botánico o se reúnen en "Hanami", en Palermo, para tomar el té. "Con esta vestimenta queremos cambiar el paisaje urbano, como ya ocurre en New York".
No sé qué tanto irán a extenderse, pero por supuesto lo que me llama la atención es el llamado a recuperar una identidad femenina que ha sido dejada de lado desde hace mucho tiempo. No se trata ni siquiera de volver a las mujeres de mediados del siglo XX, es decir, a las madres o abuelas sino mucho más atras a finales del siglo XIX. Por supuesto, hay mucho de pose en esto (y de moda que, en este caso, viene de Japón), pero cuanto menos, resulta llamativo; tanto como para preguntarse cuántas mujeres no están pensando eso mismo sin proclamarlo. ¿Pasamos quizás de un período de negación absoluto y de distancimientos de las viejas reglas a un intento de recuperar el tiempo perdido? ¿La añoranza de un poco de solidez en medio de tanta identidad líquida?
¡Atención! Tampoco se me escapa la implicación del nombre de Lolitas ya que recordando a Nabokov podría pensarse que lo que hay es un intento por recuperar una capacidad de seducción, un erotismo y, por tanto, una relación que hemos dejado de lado en aras de la competitividad y de la vivencia de relaciones sexuales más instrumentales que se agotan en el mero goce momentáneo y olvidan la poética del erotismo y la seducción. Muchas preguntas que desatan múltiples caminos de análisis (seductores en lo teórico y en lo existencial). Habrá que observar el entorno para dilucidar en camino que se abre en estos nuevos registros de la identidad adolescente. Algo nos está diciendo..
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